El cáncer de piel hace referencia a tumores de características y orígenes diferentes, que se diferencian en 2 grandes grupos: el melanoma cutáneo y el cáncer cutáneo no melanoma. En las últimas décadas se ha producido un aumento en la incidencia del cáncer de piel mundialmente, así como en Europa y en España1–6. Aunque existen varios factores de riesgo, el principal sigue siendo la radiación ultravioleta, especialmente si existe una historia de exposición solar acumulada y de quemaduras solares durante la infancia y la adolescencia1,5,7. Por ello, las quemaduras solares constituyen uno de los parámetros más utilizados a la hora de valorar conductas de exposición solar en estudios epidemiológicos, especialmente en melanoma8.

Los conocimientos y actitudes de la población con respecto a los hábitos de exposición solar y las conductas de fotoprotección han sido estudiados en nuestro país fundamentalmente en población adolescente y población a pie de playa del Este y el Sur de la Península Ibérica8-13. Los datos en la población universitaria son escasos12, y no se dispone de datos validados sobre los hábitos de fotoexposición en las Islas Canarias. Los cuestionarios son el método habitual de investigación en conductas relacionadas con la salud y constituyen una herramienta útil en la realización de estudios poblacionales y en la evaluación de las intervenciones realizadas sobre la población9. Los estudiantes de medicina son un grupo de estudio que permite valorar actitudes, conocimientos y conductas sobre una población con un grado alto de conocimiento sobre la carcinogénesis, constituyendo una población ideal para determinar si unos elevados conocimientos influyen en los hábitos de fotoexposición/fotoprotección y en la frecuencia de quemaduras solares.

Participaron 286 de un total de 411 estudiantes: 74 (59,2%) de 1.°, 129 (81,1%) de 3.° y 83 (65,4%) de 6.° de medicina. Dos de ellos no rellenaron el cuestionario por completo, tratándose las preguntas no respondidas como valores perdidos.

El dato más significativo obtenido en nuestro estudio es la altísima frecuencia de quemadura solar, cuando cabría esperar que en estudiantes de medicina fuera, al menos, menor a la de la población general. A pesar de una disminución en la frecuencia de quemadura a lo largo de la carrera, la mitad de los estudiantes de último curso se sigue quemando al menos una vez cada verano. Además, las actitudes y conocimientos de los estudiantes prácticamente no se modifican a lo largo de la carrera.

Usando este mismo cuestionario en población adolescente de la Costa del Sol, Fernández-Morano et al. observaron una frecuencia de quemadura solar del 74,4%10. Durante la validación de este mismo cuestionario en población>14 años del Sur de España, el porcentaje fue del 43,3%9, y en un estudio realizado a pie de playa en la Costa del Sol se observó una frecuencia similar (46,9%)8. Otro estudio realizado a pie de playa en Valencia mostró la presencia de antecedentes de quemadura solar en el 70% de los encuestados, siendo más frecuentes entre los adolescentes y los adultos jóvenes13. Nuestro estudio es el primero validado realizado en Canarias sobre hábitos de exposición solar. En nuestro ámbito, la accesibilidad a la exposición solar durante prácticamente todo el año justificaría una mayor frecuencia de quemaduras solares que en la población de la Península. En lo que respecta al ámbito universitario, Lopez-Ravello et al. observaron en alumnos de la Universidad de Granada una frecuencia de quemadura del 88,2%12. Yurtseven et al. realizaron un estudio en alumnos de la Universidad de Estambul, de los cuales el 39,6% afirmaba haber sufrido quemaduras solares al menos una vez en su vida16. En otro trabajo realizado en alumnos de la Facultad de Ciencias de la Educación Física y del Deporte de la Universidad de Granada observaron falta de información y hábitos de exposición solar incorrectos, aunque no se midió la historia previa de quemaduras17.

Tanto la edad como el curso presentaron asociación independiente en el análisis multivariante. A medida que los alumnos pasan de curso, el riesgo de quemaduras solares disminuye. Esto podría explicarse por la falta de madurez y la baja conciencia hacia el riesgo de enfermar en las personas más jóvenes18. Otra razón podría ser que a medida que los estudiantes avanzan en la carrera aumentan sus conocimientos médicos, se sensibilizan y se vuelven más conscientes de la realidad médica, valorando más su propia salud. A pesar de ello, el porcentaje de estudiantes de 6.° que se quema sigue siendo alto.

El sexo masculino presentó asociación individual con la quemadura solar, variando esta asociación en estudios previos8,10,13. En nuestra muestra esto podría deberse a que las alumnas usaron más fotoprotectores y con FPS más alto. En una revisión bibliográfica sobre prevención en cáncer de piel publicada por Stanton et al. en 2004, varios de los artículos incluidos señalaron que los varones y los jóvenes presentan mayor riesgo de quemaduras solares. Además, destacan que las mujeres tienen más conocimientos sobre cáncer de piel y presentan comportamientos más protectores. Esto se contradice con el hecho de que las mujeres parecen tener una mayor percepción de que el bronceado es deseable en comparación con los hombres11,13, hecho reflejado también en nuestro estudio.

Presentar un fototipo bajo resultó ser factor protector, lo que no coincide con resultados observados en otros trabajos, donde se comparan fototipos i, ii y iii frente a fototipo iv8. Probablemente los estudiantes con fototipos i y ii hayan sufrido quemaduras solares graves en el pasado y estén más concienciados sobre hábitos y medidas de fotoprotección, mientras que los fototipos altos hagan mal uso de los fotoprotectores o los empleen para aumentar el tiempo de exposición solar11,19,20.

Tanto en nuestro trabajo como en los mencionados anteriormente8,9,10,16,11,12,13, la medida de fotoprotección más empleada fueron los fotoprotectores tópicos. La afirmación «merece la pena utilizar cremas de protección solar aunque no me ponga moreno/a» presentó una asociación individual negativa con la quemadura solar. La afirmación «me desagradan las cremas de alta protección porque no me resultan estéticas» también presento asociación positiva con la quemadura solar. Se recalca así la importancia de formular fotoprotectores tópicos de FPS alto, cosméticamente aceptables y cómodos de aplicar, que faciliten la adherencia de la población en su empleo.

El porcentaje de preguntas relacionadas con conocimientos respondidas correctamente fue muy elevado, y no varió en los 3 cursos. A pesar de ello, los alumnos presentaron actitudes positivas hacia la fotoexposición y uso insuficiente de medidas de fotoprotección, hecho ya descrito con anterioridad13,19. Un estudio realizado en población adolescente de Australia concluyó que un alto nivel de conocimiento no se relaciona con una adecuada fotoprotección, y que los intentos de modificar las actitudes y conductas en los adolescentes tienen un éxito limitado21. La pregunta con menor porcentaje de aciertos fue quizás la más específica: «evitar el sol en edades tempranas (antes de los 18 años) disminuye el riesgo de cáncer de piel en un 80%». Probablemente las campañas de prevención se centren en el riesgo global a padecer cáncer de piel, y no recalquen que son niños y adolescentes la población con mayor repercusión en su riesgo futuro de cáncer de piel.

La principal limitación de nuestro trabajo es que la población de estudio está muy acotada sociológica y geográficamente, por lo que los datos no son extrapolables a la población general. Además, se trata de un estudio transversal basado en un cuestionario que, aun estando específicamente diseñado y validado para este tipo de estudios, puede presentar sesgos de memoria o de deseabilidad social. Nuestro estudio sí permite demostrar que un conocimiento exhaustivo sobre los riesgos de la exposición solar en cáncer de piel no implica unos comportamientos de prevención adecuados ni una menor frecuencia de quemaduras solares, incluso en una población presumiblemente tan sensibilizada como son estudiantes de Medicina, ni siquiera tras haber cursado 6 años de estudios avanzados y la asignatura de dermatología.

Nuestros datos, obtenidos en una población seleccionada con el máximo conocimiento posible sobre exposición solar, sugieren que las campañas de fotoprotección deberían centrarse más en modificar actitudes que conocimientos. Para ello deberían actuar sobre población a edades más tempranas, buscando también otras posibles dianas de actuación, como podría ser el uso de referentes sociales (deportistas, actores o cantantes) a modo de modelos de conducta21. Igualmente debería modificarse el modelo estético actual, ya que en hoy en día una piel morena sigue siendo sinónimo de belleza.

Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.