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Vol. 98. Núm. 6.
Páginas 439-440 (julio 2007)
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El destino decide
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JL. Cisneros
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Desde que tengo uso de razón y manejaba los primeros utensilios escolares en la infancia, siempre han estado presentes en mi vida cotidiana los elementos artísticos ya sean lápices para dibujar ya pequeños pinceles para emborronar con las acuarelas. Se puede decir que he sido autodidacta, desarrollado intuitivamente mi creación artística, en un colegio de religiosas, que supieron estimular mi afición, con pequeños regalos, como caramelos, escapularios, etc. cuando les presentaba pequeños garabatos y dibujos con motivos propios de la edad parvularia.

Lentamente se fue configurando mi imaginación, despertándose en mí una fuerza irresistible hacia la creación imaginaria donde se mecían las figuras en la fantasía. Más adelante, en la adolescencia, al lápiz se añadía la plumilla, las tintas y, posteriormente, buscando nuevas experiencias quise utilizar las acuarelas, conociendo nuevas sensaciones con la percepción de los colores, aunque reconozco que la técnica acuarelística es difícil y en ocasiones te deja la sensación de frustación, pues no permite el error, no se puede corregir.

Cuando mi vida empezaba a decantar su futuro, mi vocación como médico, quise dar un salto cualitativo dentro de los valores artísticos, y durante un año, justo cuando empezaba los estudios de medicina, quise aprender la técnica de la pintura al óleo, única vez en mi vida artística que alguien aportó aprendizaje y conocimientos ajenos a mi persona. Aún recuerdo con nostalgia la Academia Tárrega de la Puera Ferrisa de Barcelona, donde plasmé mis primeros cuadros en tela, con bodegones, figuras y paisajes, motivos que siempre han predominado en mis exposiciones y fundamentalmente basados en la pintura colorista, con colores vivos, llenos de claridad y vida.

Figura 1. Paisaje. José Luis Cisneros.

Tuve la necesidad de enseñar mi obra a mis amigos, y así fue como realicé una exposición en 1980, basada en el estilo del puntillismo de los impresionistas, pero realizado de una manera personal, con pinceladas verticales, sin importar la dirección del trazo.

El destino es muy caprichoso y en aquel momento por lo visto ya estaba decidido cuál sería mi futuro, y que debía continuar como médico, pues con motivo de la exposición un marchante de arte me propuso comprar mi obra e introducirla en el mundo de la pintura, exponiendo junto a artistas conocidos como Cuxart, Ginovart, etc. Como vi que la cosa se complicaba, le hice ver que mi verdadera vocación era ser médico y que la pintura era una afición, unicamente mi entretenimiento favorito, pero nada más. Posiblemente en este «impasse» se definió mi porvenir, y si la medicina no me hubiese llenado como persona a lo mejor me hubiese decantado por ser un pintor y hoy en día estaría dándole a los pinceles y telas en lugar de utilizar la lupa, la pluma y las recetas.

Creo que como pintor mi estilo ha evolucionado desde el estilo del puntillismo impresionista, de pincelada verticales, girando hacia la pincelada puntillista pero siguiendo las coordenadas del trazo del dibujo, o sea pueden ser verticales, inclinadas o con múltiples figuras, precisando minuciosamente los primeros planos y difuminándose en los últimos términos, para darle profundidad.

Figura 2. Paisaje. José Luis Cisneros.

Figura 3. Mujer leyendo. José Luis Cisneros.

Soy un enamorado del color, concretando la naturaleza en armonia con la realidad y algunos trazos de imaginación, que le dan sentido al paisaje, movimiento a la figura y serenidad al bodegón.

Hace unos días, cuatro artistas hemos realizado una muestra de nuestra obra en una exposición colectiva en beneficio de una ONG africana y para que nuestros amigos pudieran disfrutar nuevamente con nuestro trabajo.

En realidad es una manera de comunicarnos, de vernos e intercambiar opiniones y sensaciones, y de que una parte de nosotros, imbricada con el arte, se la puedan llevar a su intimidad, para que sirva para mantener firmes y perdurables los lazos de amistad.

De todas formas, en el fondo me identifico como dermatólogo, pero me satisface gratamente poder desarrollar la pintura creativa, que estimula el espíritu, da sosiego, paz y nos ayuda a ser más humanos y a ejercer la profesión con otras sensaciones, sabiendo valorar los detalles y hasta dónde podemos llegar en nuestras percepciones tanto del entorno que nos rodea como valorando la enfermedad, en relación con el paciente, transmitiéndonos sus sentimientos, lo que permitirá comprender al paciente en toda su dimensión, sentimental, afectiva y humana.

Alla prima (comentario)

De esa forma. «Alla prima». A la primera. Con la primera intención debió haberse quedado José Luis Cisneros cuando en su corazón pugnaban la afición por la Pintura y la vocación por la Dermatología. Y digo esto porque, en opinión de muchos, su capacidad pictórica, innata, ingénita ­ya la recuerda desde que tenía uso de razón­ es un potencial inagotable que se merecía el tiempo de toda una vida.

Aun así, nuestro pintor, autodidacta, experimentador de sí mismo, ha conseguido ir depurando su fondo y su forma hasta conseguir su estilo propio, lleno de individualidad y perfección.

Sus pinceladas son enérgicas, cortas, seguras. Sus colores como él mismo describe, son «vivos, llenos de claridad y vida». Yo me atrevería a añadir que transmiten optimismo, paz, alegría de vivir serenamente, sin necesidad de sucesos extraordinarios con que adornar el día a día.

Si el cubismo es un movimiento pictórico que intenta captar la cuarta dimensión ­el tiempo­ pintando un mismo tema desde diferentes ángulos y momentos, la pintura de José Luis Cisneros consigue este efecto de una forma natural, sin recurrir a artificios técnicos. Y eso es porque en su pintura el tiempo está detenido, no transcurre, no avanza. El paisaje, los bodegones nos miran desde la inmovilidad, desde la pausa. Los personajes, desde el descanso y la meditación. Si Picasso, cubista por excelencia, pintaba conceptos, José Luis pinta sentimientos: el sentimiento de la paz interior.

Además resulta que nuestro pintor es un hombre afable, de los que suelen catalogarse como «buena persona» en todo el amplio sentido de las palabras. Esa cualidad tan escasa en nuestra sociedad actual le permite encontrar en la pintura una finalidad extraordinaria, añadida. Y ésta es la comunicación trascendente, no con el mundo, no con la humanidad, no con el inconsciente colectivo, sino con la forma de comunicación cercana, la de la cotidianeidad con el paciente, con los colegas, con los amigos. El uno por uno, que en este caso se salta las matemáticas ortodoxas y nos da como resultado un infinito: infinito en calor, sencillez, amistad, solidaridad, y también, como corresponde a un gran artista, en belleza.

Gracias José Luis. Aunque no lo sabías, eres también poeta. Porque según dijo Leonardo Da Vinci, la pintura es una poesía muda.

Pero yo creo que hasta la haces hablar...

A. Guerra Tapia

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