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Vol. 98. Núm. 7.
Páginas 503-505 (septiembre 2007)
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Diálogos con la guitarra
Dialogues with the guitar
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F. Russoa
a Unidad de Dermatología. Hospital Punta de Europa. Algeciras. Cádiz. España.
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Hace ya casi 30 años que cogí por primera vez una guitarra entre mis brazos y los primeros acordes que salieron de sus 6 cuerdas me cautivaron de inmediato. Desde entonces ha sido una inseparable compañera con la que he conversado a diario a través del único lenguaje realmente universal, que es la música.

Toda persona que toca un instrumento musical sabe que su relación con él es algo más que un medio de expresión. Tiene vida propia, y al igual que con las personas, hay días donde esa relación es fluida y casi mágica. Y esos momentos mágicos no sólo aparecen cuando descubres en una partitura desconocida esas notas que sientes como tuyas, sino también cuando entras en un taller de luthiers y te invade esa mezcla de olores a barniz, madera exótica y cola.

Aunque es difícil expresar en pocas palabras lo que encierra una guitarra, voy a intentar dar algunas pinceladas de los secretos de este instrumento, abarcando algunos aspectos interesantes como la evolución desde sus orígenes más remotos, los mejores compositores e intérpretes de la historia, así como curiosidades y anécdotas.

Recuerdo histórico

Sus orígenes son bastante imprecisos, aunque existen evidencias de instrumentos semejantes siglos antes de nuestra era. Etimológicamente deriva del vocablo griego Khitara, y probablemente el instrumento proviene de las antiguas cítaras grecorromanas. Una de las representaciones más antiguas de una guitarra se encuentra en el Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago de Compostela (fig. 1), donde se observa la imagen de Jesucristo rodeada por 24 músicos. Entre los instrumentos se puede identificar uno que tiene la forma de una guitarra, y se asume que representaría la vihuela original.

Figura 1. Pórtico de la Gloria (Santiago de Compostela).

Grandes maestros de la guitarra clásica

El personaje más importante del siglo xix es sin duda el español Fernando Sor (1778-1839). Entre otros exponentes de esta época está el español Dionisio Aguado (célebre por su método de guitarra todavía vigente). La historia de la guitarra moderna llega a su cumbre con la figura de Francisco Tárrega (1852-1909). Las transcripciones para guitarra que realizó Tárrega de la música de Bach, Beethoven, Mozart, Haydn y compositores españoles como Albéniz, mostraron las grandes posibilidades del instrumento. El mismo Albéniz, escuchando sus composiciones tocadas por Tárrega y transcritas para guitarra, dijo que eran superiores a sus versiones para piano. Franz Schubert (1797-1828) componía en una guitarra porque su situación económica de penuria no le permitía disponer de un piano.

Paralelamente a los trabajos de Tárrega por obtener una técnica más sólida en la guitarra, se encuentran los desarrollados por el luthier Antonio Torres Jurado (1817-1892), que perfeccionó la forma estructural de este instrumento.

Llegado el siglo xx hay que rendir un pequeño homenaje a Andrés Segovia (nacido en 1890) que llevó a la guitarra a las grandes salas de concierto de todo el mundo. Dentro del grupo de grandes guitarristas que ha dado el siglo xx hay que mencionar a Narciso Yepes y Regino Sainz de la Maza, quien fuera el primer guitarrista en tocar el Concierto de Aranjuez de Joaquín Rodrigo en 1940. El Concierto de Aranjuez para guitarra y orquesta es la obra clásica más vendida por las tiendas discográficas en el siglo xx. Andrés Segovia, asimismo, dio paso a otros grandes guitarristas como el inglés John Williams. El repertorio del siglo xx ha introducido nuevas técnicas y sonoridades a veces derivadas de la música folclórica, el flamenco y el jazz. Actualmente, la guitarra es probablemente uno de los instrumentos que más se toca en todo el mundo.

Luthiers

Cuando una guitarra «suena» es merecido considerar la sensibilidad de las manos que la construyeron. Los luthiers o guitarreros, como prefieren ser llamados en España, son permanentes creadores de armonía que en la cadencia pausada de su quehacer diario encierran tantos secretos del alma de las guitarras.

Se dice que: «Una guitarra es buena cuando la prima canta y el bordón llora».

La guitarra tiene que ser equilibrada, tener unos buenos bajos, pero también unos buenos altos. Tiene que ser potente, pero esa potencia no debe sacrificar la calidad en los armónicos, en timbre y en color.

El secreto del arte de tocar

Es necesario una buena metodología de estudio para dominar todas las posibilidades técnicas que da la guitarra.

La acentuación de determinadas notas puede dar un carácter personal y emotivo a determinados fragmentos de una pieza, sobre todo si los combinamos con el ensordecimiento de otras notas. El silencio también es música. La música es un lenguaje lleno de reglas. Una vez que han sido comprendidas y asimiladas, éstas están hechas para ser artísticamente vulneradas y dar pie a la creatividad personal de cada músico.

El estrés o la ansiedad de la actuación puede llevar al guitarrista a estar más centrado en no equivocarse que en expresar musicalmente lo que esa pieza le evoca. Es necesario dominar técnicas de relajación mental y muscular.

Indiscutiblemente la perseverancia es la primera cualidad que hay que cultivar para poder tocar un instrumento. Como dijo Charles Reade: «Siembra un pensamiento y cosecharás un acto. Siembra un acto y cosecharás un hábito. Siembra un hábito y cosecharás un carácter. Siembra un carácter y cosecharás un destino».

He intentado con estas palabras esbozar algunas pinceladas que puedan hacer entender la pasión que siento por la música en general, y la guitarra en particular, pero sin duda la mejor forma de comprender todo esto sería dejando sonar las notas de una guitarra en nuestra mente para que libremente estimularan nuestra sensibilidad. Os invito a que lo intentéis con algunos temas que humildemente he interpretado y grabado de forma no profesional en 2 CD y que podéis escuchar en: http://www.cirugiaderma.com/guitarra.htm (fig. 2).

Figura 2. Portada del CD que pueden escuchar en: http://www.cirugiaderma.com/guitarra.htm

Una orquesta en sus manos

Oda a la guitarra

Delgada línea pura

de corazón sonoro.

Eres la claridad cortada al vuelo:

cantando sobrevives,

todo se irá menos tu forma.

Pablo Neruda

El enamoramiento, la pasión, es un fenómeno bioquímico con repercusión emocional y anímica. Aparece porque sí, y crece hasta ocupar el alma del ocupado, como un nuevo «alien» disfrazado de hermosura. Así, enamorado de su guitarra, creo que se siente nuestro sorprendente dermatólogo Francisco Russo de la Torre.

Este hombre joven, una promesa ya cumplida en la ciencia de la Dermatología con múltiples capacidades profesionales --clínico, cirujano, experto en informática, docente y divulgador-- nos enseña una nueva faceta inesperada en una personalidad, hasta ahora según creíamos, eminentemente técnica y científica: su afición a la guitarra. Una inclinación que confiesa sin pudor, que hace pública con la fuerza del convencido, casi, casi, con la dimensión del prosélito.

Pero en este caso, es comprensible.

Decía Jeffrey Scott Buckley, cantautor y guitarrista estadounidense, conocido por su peculiar voz de al menos cuatro octavas y media, que el hombre capaz de manejar una guitarra tiene una orquesta en sus manos. La melodía, la armonía, el ritmo que se produce bajo la acción de un experto, llena colmadamente cualquier auditorio. El grupo de instrumentos de cuerda de una orquesta clásica, los genealógicamente superiores --violines, violas, violonchelos, contrabajo, arpa y piano-- callan y aprenden cuando la guitarra sueña. No me he confundido. En las manos de un músico de corazón, la guitarra suena y sueña a la vez que el que la escucha. Cuando «Empieza el llanto de la guitarra./Es inútil callarla./Es imposible callarla» (Federico García Lorca).

Las manos de nuestro artista de hoy llenan este «Rincón del Arte» de sonidos y silencios, de acordes y sentimientos, de luces y destellos que nos dotan de significado y de identidad. La música, del griego: moysikh´ [te´xnh]-musiké [téjne], es más que nunca en este entorno un arte, el arte de las musas, el arte de las manos mágicas, que igual saben templar un bisturí que una guitarra: las manos mágicas de un dermatólogo guitarrista.

¿O de un guitarrista dermatólogo?

A. Guerra


Correspondencia:

Francisco Russo de la Torre.

Brújula, 6.

11207 Algeciras. Cádiz.

Correo electrónico: pacorusso@foroderma.com

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